martes, 7 de septiembre de 2010

LA VIOLENCIA DE GÉNERO



CICLO DE LA VIOLENCIA FÍSICA.

Lenore Walker definió el Ciclo de la violencia a partir de su trabajo con mujeres, y actualmente es el modelo más utilizado por las/los profesionales.

El ciclo comienza con una primera fase de Acumulación de la Tensión, en la que la víctima percibe claramente cómo el agresor va volviéndose más susceptible, respondiendo con más agresividad y encontrando motivos de conflicto en cada situación.

La segunda fase supone el Estallido de la Tensión, en la que la violencia finalmente explota, dando lugar a la agresión.

En la tercera fase, denominada de “Luna de Miel” o Arrepentimiento, el agresor pide disculpas a la víctima, le hace regalos y trata de mostrar su arrepentimiento. Esta fase va reduciéndose con el tiempo, siendo cada vez más breve y llegando a desaparecer. Este ciclo, en el que al castigo (agresión) le sigue la expresión de arrepentimiento que mantiene la ilusión del cambio, puede ayudar a explicar la continuidad de la relación por parte de la mujer en los primeros momentos de la misma.

Este ciclo pretende explicar la situación en la que se da violencia física, ya que la violencia psicológica no aparece de manera puntual, sino a lo largo de un proceso que pretende el sometimiento y control de la pareja.

CONSECUENCIAS PSICÓLOGICAS PARA LA MUJER MALTRATADA.

El síndrome de la mujer maltratada, definido por Walker y Dutton se define como una adaptación a la situación aversiva caracterizada por el incremento de la habilidad de la persona para afrontar los estímulos adversos y minimizar el dolor, además de presentar distorsiones cognitivas, como la minimización, negación o disociación; por el cambio en la forma de verse a sí mismas, a los demás y al mundo. También pueden desarrollar los síntomas del trastorno de estrés postraumático, sentimientos depresivos, de rabia, baja autoestima, culpa y rencor; y suelen presentar problemas somáticos, disfunciones sexuales, conductas adictivas y dificultades en sus relaciones personales.

Enrique Echeburúa y Paz del Corral equiparan estos efectos al trastorno de estrés postraumático, cuyos síntomas y características, sin duda, aparecen en algunas de estas mujeres: re-experimentación del suceso traumático, evitación de situaciones asociadas al maltrato y aumento de la activación. Estas mujeres tienen dificultades para dormir con pesadillas en las que reviven lo pasado, están continuamente alerta, hipervigilantes, irritables y con problemas de concentración.

Además, el alto nivel de ansiedad genera problemas de salud y alteraciones psicosomáticas, y pueden aparecer problemas depresivos importantes.

Desarrollo del síndrome de la mujer maltratada

Marie-France Hirigoyen diferencia entre dos fases en las consecuencias, las que se producen en la fase de dominio y a largo plazo.

En la primera fase, la mujer está confusa y desorientada, llegando a renunciar a su propia identidad y atribuyendo al agresor aspectos positivos que la ayudan a negar la realidad. Se encuentran agotadas por la falta de sentido que el agresor impone en su vida, sin poder comprender lo que sucede, solas y aisladas de su entorno familiar y social y en constante tensión ante cualquier respuesta agresiva de su pareja.

Marie-France Hirigoyen habla de consecuencias a largo plazo refiriéndose a las etapas por las que pasan las víctimas a partir del momento en que se dan cuenta del tipo de relación en la que están inmersas. Durante esta fase, las mujeres pasan un choque inicial en el que se sienten heridas, estafadas y avergonzadas, además de encontrarse apáticas, cansadas y sin interés por nada.

TRATAMIENTO

En muchas ocasiones es necesaria una intervención previa, que la mujer pase por un período de reflexión y quizá varios intentos de salir de esa relación violenta, con ayuda terapéutica o sin ella, hasta que tome la decisión definitiva. A partir de entonces, el apoyo psicológico se centrará en varios aspectos, valorando previamente las necesidades y demandas individuales de cada paciente.

Deberemos evaluar cuáles han sido las secuelas concretas que ha dejado la situación vivida en esa persona, y graduarlas para establecer un orden para el tratamiento.

Algunas de las intervenciones más habituales y básicas para su recuperación serían:

  • Información sobre la violencia de género, causas y origen, mitos, etc.
  • Reducción de la activación y la ansiedad en las formas en que se manifieste (insomnio, agorafobia, crisis de pánico, etc).
  • Fomento de la autonomía, tanto a un nivel puramente psicológico, a través de un cambio de ideas distorsionadas sobre sí misma y el mundo, como a nivel social, económico, etc, orientándola en la búsqueda de empleo, recuperando apoyos sociales y familiares,…

PREVENCIÓN

El principal camino para acabar con la violencia de género es la prevención. Esto incluye, por supuesto, un cambio global en la forma de ver las relaciones entre mujeres y hombres, un cuestionamiento de los roles sociales y estereotipos, del lenguaje, etc. Estos cambios deben partir de las personas adultas con el objetivo de que se transmitan eficazmente a niños y niñas.

Además, tu puedes prevenir y evitar implicarte en una relación que puede llegar a ser violenta:

· En primer lugar, detectar manipulaciones, aproximaciones no solicitadas, desconfiar de promesas que no tienen sentido en un momento de la relación, tener claro que decir que “no” a algo no es negociable, alejarse cuando esa persona que se te acerca tratando de hacerte ver que tenéis mucho en común o que le debes algo. Para todo esto es muy importante confiar en tu intuición, en las sensaciones de desasosiego que te producen. Cuando conoces a alguien le evalúas igualmente, valoras si esa persona encaja contigo; solo es importante que a partir de ahora incluyas también estos puntos si quieres prevenir encontrarte en una relación violenta. Valora sus ideas sexistas, cómo fueron sus relaciones anteriores (si rompió él o no, cómo habla de ellas…), etc.

· Además, valora tus propias ideas respecto al amor y la pareja, el papel de la mujer en la misma, a qué se debe renunciar por amor.., etc.

· Y ante todo, conociéndote a ti misma y teniendo claros tus valores. Si los valores de la otra persona entran en conflicto con los tuyos, debes saber reconocerlo y no aceptar en ningún caso renunciar a aquello que es importante para ti.

lunes, 6 de septiembre de 2010

La mujer y el desarrollo sostenible


Por F. Javier González Martín
Artículo publicado en Part Forana (Mallorca) el 25 de octubre de 2007

Si como muestra la evidencia científica, la mujer está biológica y psicológicamente mejor preparada que el hombre para las tareas que implican el cuidado de las personas y de las cosas, eso ya sería razón suficiente para dejar el tema de la sostenibilidad en manos femeninas para que reconduzcan el modelo de desarrollo.

Desde hace más de veinte siglos vivimos sometidos al lastre de dos concepciones insoportables cuya pervivencia misma nos podría hacer dudar de la inteligencia humana. Por un lado, el haber mantenido a las mujeres fuera de los círculos de decisión, desde el hogar hasta el gobierno, y por otra parte, el dogma de que todo en la vida debe funcionar por el método del enfrentamiento de adversarios. No necesitamos sustituir a los hombres por las mujeres, sino modificar esas nociones e incorporar la aportación total femenina que es lo que hemos estado dejando fuera de la escena política, social, laboral, religiosa y cultural.

Como ejemplo, existen grupos de mujeres que dirigen sus quejas a la Organización Mundial del Comercio porque este organismo ignora a la mujer. De hecho, cuando se trata de articular políticas comerciales, las mujeres no tienen rostro ni tienen voz, ya que no se les da ocasión de estar presentes en los análisis que realiza la organización sobre la liberalización del comercio. La ausencia de la perspectiva femenina permite que los acuerdos de esa organización se alcancen sin tener en cuenta el impacto que estas políticas tendrán sobre las mujeres. Otra protesta va contra los grupos empresariales que operan en países en vías de desarrollo, que se apropian de las semillas, las plantas medicinales y otras formas de conocimiento, que son las mujeres las que tradicionalmente lo han mantenido y preservado.

Es evidente que si a una persona hambrienta le preguntamos ¿cuántos son dos y dos? nos responderá que dos y dos son cuatro panes. Este mismo principio es el que permite una rápida asimilación de otras operaciones intelectuales ligadas a los ciclos de la vida. Por tanto, no se trata de teorías pedagógicas solamente, sino de ayudar a que los afectados adquieran por sí mismos el conocimiento y la capacitación que les ayude a cultivar, a aprovechar el agua, a conseguir semillas, en definitiva, a dominar los recursos que aseguren el alimento de sus familias. Los países que lo están logrando son los que han favorecido la educación de la mujer.

En los países de tradición cristiana, donde se ha favorecido un modelo de caridad basado en una curiosa interpretación de las palabras de Jesús “pobres, los tendréis siempre con vosotros”, se promueve como solución de las desigualdades económicas, no una política de justicia y equiparación del bienestar para todos, sino una especie de flujo de caridad en dirección norte-sur para que los países ricos del norte entreguen importantes sumas de dinero a los países pobres del sur. Esta idea ha demostrado no ser el camino para equilibrar las diferencias o para evitar que los extremos de riqueza y pobreza sigan distanciándose cada vez más. Estas desigualdades han sido generadas por mentalidades masculinas y esos falsos remedios también están impulsados mayoritariamente por hombres, de forma que la ayuda externa se convierte en un excelente método para que el dinero de la gente pobre y honrada de los países ricos vaya a parar a los bolsillos de la gente rica y desvergonzada de los países pobres.

Otra de las preocupaciones que afectan al desarrollo sostenible es el desequilibrio por el abuso de los recursos naturales, así como por la sobreexplotación. Pues bien, todo empezó cuando unos hombres (varones) difundieron un texto metafórico al que ellos dieron carácter literal y empezaron a actuar en consecuencia. Me refiero al texto siguiente:

“Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra” Génesis 1:28

Resulta paradójico que otras recomendaciones bíblicas no hayan tenido tanta aceptación ni se haya puesto tanto empeño en obedecerlas al pie de la letra, pero en cuanto a esta orden de henchir, someter y dominar la tierra, los hombres, o sea, los varones, en cuanto tuvimos medios técnicos para hacerlo, nos pusimos a obedecer rigurosamente el mandato bíblico. Comenzamos a “dominar sobre los peces del mar”, arrasando los fondos marinos con redes de arrastre y sometiendo los caladeros a una implacable y sistemática depredación sin darles tiempo para reproducirse. Los varones, muy versados nosotros en cuestiones bíblicas, hemos sabido conjugar los verbos someter y dominar en todos los tiempos, los verbales y los históricos.

La igualdad plena entre mujeres y hombres, en todos los ámbitos de la sociedad, es crucial para lograr el desarrollo sostenible. Dado el papel vital de la actividad económica en el avance de la civilización, una prueba visible del desarrollo vendrá dada por la medida en que las mujeres tengan acceso a todas las esferas de la economía. El desafío va más allá de garantizar una distribución equitativa de las oportunidades, por importante que esto sea, y requiere que los temas económicos incorporen todo un abanico de experiencias y percepciones, concretamente las de la mujer, que hasta ahora han quedado excluidas del discurso. Conforme se vaya valorando la contribución de la mujer, el resultado será una civilización más pacífica, equilibrada y próspera.